Una semana a puro saltito libertario

Tal como podía preverse, los unos se encuentran en el cénit de la fanfarria, y los otros no paran de buscar culpas en la puerta del velorio.  Probablemente, este presente triunfal de un oficialismo tan ramplón como blindado interna y externamente como ningún otro gobierno anterior, se deba más a las carencias opositoras que a las virtudes del modelo colonial vigente.

El gobierno ya tiene a la gran mayoría de los gobernadores “sensatos” alegremente bajo la suela y un futuro congreso adicto, abundante en bloques aprestos a votarle cuantas reformas quiera impulsar por órdenes del Círculo Rojo, Estados Unidos, Israel y la OTAN. Incluso aunque algunas de las mismas empujen al grueso de la sociedad a una ciénaga sin fondo a la vista, pero con sus paredes abundantemente impregnadas de mierda.

La oposición peronista-progresista debe darse una autoevaluación descarnada. Y el tiempo es ahora, ya mismo. Mañana es tarde. Demasiado.

Es muy difícil digerir con semblante neutro el continuum de acusaciones que vuelan por los barrios del kirchnerismo, el mundillo progre y en menor medida, el peronismo (digamos, el bonaerense, porque el resto del variopinto peronismo del país está lo suficientemente disgregado, a falta de una cabeza conductora que reagrupe y cohesione en vez de patear afuera a los que no le rindan pleitesía). Es lamentable, y tan absurdo en este contexto, que la semana pasada dicha virulencia discursiva llegó incluso hasta las puertas mismas de este pequeño medio comunitario, cuando militantes que se anquilosan más en las nostalgias de un pasado irrecuperable, con gran predilección por rendir culto al líder (o lidereza… o ambos) insultaron y desacreditaron la mucha o poca inteligencia de este vecino que tiene en suerte ser el creador y el Director del semanario Huellas. Allá ellos. Pero este mínimo ejemplo debería servir como acuarela para dimensionar bajo qué ritmo enfermizo e inconducente nos hacen bailar en nuestras doloridas vidas cotidianas.

¿Cómo se construye “lo nuevo” si “lo viejo” no piensa ceder un ápice de su espacio en el podio?

Si se busca construir una nueva ilusión, no se puede, de ninguna manera, sostener todo tal como está, y que en la última década ya fue reiteradamente rechazado por la mayoría de la sociedad, derrota tras derrota electoral. Es inaudito que no se revisen seriamente esas falencias al interior del llamado campo nacional y popular (al menos aquella parte que aún se precia de autodenominarse así, y le queda el último decoro de no concurrir a brindar con Jamoncito por la entrega del país en plena Casa Rosada), y que no esbocen con meridiana claridad la vocación de construir un nuevo horizonte, rompiendo con los sectores que sea necesario, en aras de avanzar sin lastres, firmes y con el rumbo puesto en la elaboración de un programa atractivo para las grandes mayorías.

De seguir apenas un tiempo más en esta sintonía, nos estarán condenando a que la ultraderecha vuelva a ganar dentro de dos años.

Se va sembrando la semilla de la próxima elección, y todo lo que se observa desde la oposición no genuflexa, es una interminable y a esta altura, execrable guerra intestina, totalmente funcional a los intereses siempre pragmáticos de los Estados Unidos, encarnados circunstancialmente en su gerente administrativo regional, Javier Milei.

¿Qué acción puede revertir este presente y la festichola-remake de los 90 que sucederá a lo largo de 2026, de cara al 2027? ¿O piensan seguir dando volteretas y dispensando tiempos en un completo onanismo político, sobre la base de la espina enunciada con toda malicia, acerca de que todo este drama se reduciría al supuesto error del desdoblamiento de las elecciones bonaerenses? ¿En serio el cristinismo más recalcitrante piensa seguir concentrándose en echar leña interna? ¿Qué certezas tienen de que una hipotética unificación de la elección habría proporcionado un resultado diferente? ¿Acaso Néstor Kirchner no perdió con Francisco De Narváez en comicios únicos, con la inestimable ayudita de listas progresistas que traccionaron su 5% de votos por fuera del peronismo? Una pizca de honestidad intelectual no les vendría nada mal a unos cuantos.

Por otra parte, ¿De verdad Kicillof es el responsable de las alianzas y tácticas llenas de divisionismos que armó la conducción nacional? ¿En serio piensan eso?

¿La forma de aportar a la reconstrucción de un armado programático con sólido desarrollo y estrategia comunicacional, es subrayar ante todo quién de ese aparente “nosotros” tuvo la culpa?

Hay una parálisis propositiva entre cuantiosas dirigencias que otrora se agrupaban bajo la denominación de campo nacional y popular. Como señalara Eduardo Aliverti el fin de semana pasado, para situarnos en un imprescindible gran baño de realidad: “Lo nacional te lo debo, desde el momento en que ganó Trump, y el discurso anticolonial no mueve ninguna fibra nacionalista considerable”.

Bueno sería que esas cúpulas empiecen por reconocer sus propias limitaciones y yerros, en vez de recostarse una y otra vez en la comodidad de acusar a la maldad del enemigo como responsable de toda la escena.

De autocrítica, cero, ni hablar. Jamás la hubo, por más que algunas veces pretendan sostener lo contrario.

Como cobayos de laboratorio

Este experimento argentino asienta la perorata del emprendedurismo, la salvación individual y que todo lo demás está demodé. Es una construcción de subjetividad horrenda, pero es concreta. ¿Y cuál es la nuestra, la de quienes buscamos sostener una democracia participativa, y donde el esfuerzo colectivo cuente? ¿Quiénes expresan con claridad y realismo ese proyecto de nación? Si es que lo hubiere, claro está.

Por caso, ¿Qué discurso ofrece el campo nacional y popular acerca de unos 5 millones de monotributistas, muchos de los cuales ingresaron a ese universo de la precarización laboral ya en tiempos de la década ganada, y nunca lograron superar esa condición? ¿Qué horizonte se le propone a la mitad de la población económicamente activa, que sobrevive en negro? ¿Qué grado de entusiasmo pueden tener esos argentinos a los que se los convoca bajo consignas tales como “Bessent o la Patria”… en vez de intentar aportarles soluciones o esquemas reparadores en la microeconomía de cada día? Proyectos visibles y tangibles, que la sociedad sienta cercanos en su cotidianidad.

De hecho, no parece que ello vaya a suceder al menos en el corto plazo. Es más cómodo para algunos hacer declaraciones punzantes a través de las redes sociales, y en lo posible operar para erosionar a los propios (¿habría que redefinir también ello? ¿Quiénes son los “propios”?) que se encuentran en pleno ejercicio de funciones tanto ejecutivas como legislativas… capeando el terremoto del peor escenario nacional posible imaginable.

Vayamos al grano: O definen un nuevo liderazgo, o lo más saludable para el propio interés del pueblo trabajador, será que cada cual siga por su lado. Toda separación es dolorosa y difícil. Pero cuando las circunstancias no dan para más, es la única solución saludable para volver a andar. Por el  contrario, a las volteretas vistosas mejor se las dejamos al maravilloso arte de la expresión corporal que transmite el ballet.

Las unidades extraídas con fórceps en conciliábulos siempre de espaldas a la gente, ya han fracasado en reiteradas ocasiones. Si esa es la propuesta, sepamos que ese es un sendero que no tiene más recorrido por transitar. Aquello ha llegado al final de su camino.

Es tiempo de nuevas utopías, o el precipicio definitivo nos espera a la vuelta de la esquina.

Hay que preparar la tierra, seleccionar la nueva semilla, y empezar a regar.

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