Esta semana, desde Postales de nuestra Tierra te llevamos a recorrer los emblemáticos Siete Lagos patagónicos.
«Donde la naturaleza pintó su lienzo más sublime»
El Camino de los Siete Lagos, esa sinuosa cinta de asfalto que abraza los Andes patagónicos, es mucho más que una simple ruta. Es un relato milenario escrito en agua y piedra, un poema que la naturaleza compuso a lo largo de los siglos.
Antes de que los primeros colonos europeos llegaran a estas tierras, el territorio que hoy conocemos como Patagonia era un vasto escenario habitado por pueblos originarios. Tehuelches y mapuches, entre otros, recorrían estos parajes, cazando guanacos y navegando en sus canoas por los lagos cristalinos. Para ellos, estos espejos de agua eran sagrados, lugares de conexión con el mundo espiritual.
Con la llegada de los europeos, a fines del siglo XIX y principios del XX, comenzó la exploración y colonización de la región. Pioneros y aventureros se adentraron en estos parajes, buscando nuevas tierras para cultivar y criar ganado. Fue así como el Camino de los Siete Lagos comenzó a tomar forma, como una senda que unía las nacientes poblaciones de San Martín de los Andes y Villa La Angostura. La construcción del camino fue una tarea ardua y compleja, que demandó años de trabajo y esfuerzo. Los primeros tramos eran apenas senderos de tierra, que se volvían intransitables durante los meses de invierno. Con el tiempo, se fueron pavimentando y mejorando, convirtiéndose en una de las rutas turísticas más importantes de la Patagonia.
Los siete lagos, siete joyas engastadas en la cordillera
Cada uno de los lagos que bordea el camino tiene su propia historia y su propia belleza. El Lácar, con sus aguas profundas y cristalinas; el Machónico, rodeado de bosques de araucarias; el Escondido, un verdadero tesoro oculto entre las montañas; y así, cada uno de ellos ofrece un espectáculo único para los sentidos.
Hoy en día, el Camino de los Siete Lagos es un destino turístico de renombre mundial. Miles de visitantes llegan cada año para disfrutar de sus paisajes, practicar deportes náuticos, realizar trekking y simplemente conectar con la naturaleza. Pero más allá de ser un atractivo turístico, este camino es un legado histórico y cultural, un testimonio del encuentro entre el hombre y la naturaleza en una de las regiones más bellas del planeta.
«El Camino de los Siete Lagos es un viaje en el tiempo, un recorrido por la historia y la naturaleza de la Patagonia.»
El Camino de los Siete Lagos es un recorrido icónico que serpentea por la Patagonia argentina, ofreciendo vistas panorámicas de siete cuerpos de agua que han sido testigos de siglos de cambios. Cada lago tiene una historia única, moldeada por la naturaleza y la intervención humana.
Lago Lácar
Al inicio del recorrido, cerca de San Martín de los Andes. El más grande y profundo de los siete, el Lácar ha sido un punto central para las comunidades originarias y, posteriormente, para los colonos. Su nombre proviene de la lengua mapuche y significa «lugar de muchos peces».
Lago Machónico
Después del Lácar, a medida que se adentra en la cordillera. Este lago, de origen glaciar, ha sido testigo de la expansión de la frontera agrícola en la región. Su nombre, de origen mapuche, se traduce como «lugar de muchos zorros».
Lago Falkner
Luego del Machónico, con un istmo que lo conecta con el Villarino. Llamado así en honor al explorador inglés Thomas Falkner, este lago ha sido escenario de numerosas expediciones científicas y turísticas.
Lago Villarino
Conectado al Falkner por un estrecho río. Su nombre rinde homenaje a César Villarino, un explorador español que recorrió la Patagonia en el siglo XVIII.
Lago Escondido
Más hacia el centro del recorrido, rodeado de montañas. Como su nombre lo indica, este lago se encuentra escondido entre montañas, lo que lo convierte en un lugar ideal para aquellos que buscan tranquilidad y naturaleza virgen.

Lago Correntoso
Cerca del final del recorrido, antes de llegar a Villa La Angostura. Conocido por sus aguas cristalinas y sus playas de arena blanca, el Correntoso ha sido un destino turístico popular desde principios del siglo XX.

Lago Espejo
Cerca del final del recorrido, antes de llegar a Villa La Angostura. El más pequeño de los siete, el Espejo destaca por la claridad de sus aguas, que reflejan como un espejo la belleza del entorno.

“Siete Espejos de la Patagonia”, por Giuliana Canosa (Mente coraje)
Siete lagos, siete sueños que se miran,
en el espejo de los Andes, eternos.
Camino de leyendas, donde el viento susurra,
y el agua canta su canción eterna.
Lácar, profundo, guarda secretos ancestrales,
Machónico, sereno, refleja el cielo austral.
Falkner, Villarino, espejos gemelos,
Escondido, recóndito, entre montañas y cielos.
Correntoso, cristalino, invita a nadar,
Espejo, límpido, refleja la realidad.
Siete tesoros, la Patagonia atesora,
un regalo de la naturaleza, para siempre nuestra.
En cada curva, un paisaje nuevo asombra,
bosques milenarios y cumbres que asombran.
El camino serpentea, entre montañas y lagos,
un lienzo pintado por la mano del mago.
Argentina, tu belleza nos deslumbra,
con cada amanecer, tu encanto se renueva.
Siete lagos, siete razones para amarte,
un paraíso terrenal, para siempre admirarte.