Esta es una fecha importante para los argentinos. La celebración tiene como fin: «Promover la difusión y toma de conciencia con respecto a la importancia de la presencia de nuestro país sobre el territorio antártico y reconocer el quehacer de los antárticos.»

En el ámbito educativo no existía un día específico para poder conmemorar el Día de la Antártida Argentina, excepto el 22 de febrero, fecha que recuerda en el año 1904, cuando flameó por primera vez la Bandera argentina en esas tierras, en la isla Laurie del grupo de islas Orcadas, actual Base Orcadas de la Antártica Argentina.

“La mayoría de los argentinos no lo recuerda o lo ignora y es debido a que para esa fecha las escuelas permanecen cerradas por receso escolar, y no ocurre como con otras conmemoraciones patrióticas que son recordadas en el transcurso de nuestra vida, debido a que están en el calendario escolar; lo que se aprende de niño en la escuela, difícilmente se olvide y queda para siempre en los sentimientos”, afirman los especialistas.

Hoy, la celeste y blanca continúa flameando en forma ininterrumpida, desde hace más de 116 años, lo que representa el mejor aval de soberanía sobre nuestro territorio antártico.

En ese día, los rayos solares caen perpendiculares a la línea situada en el Trópico de Cáncer, situado a los 23º 27′ de latitud norte (allí el sol está en cenit al mediodía).

En ese momento los rayos solares rasan el suelo en un punto situado en el Círculo Polar Antártico; al sur de este círculo que está a los 66º 33′ de latitud sur, toda la zona polar queda sumida en la sombra.

La noche dura allí 24 horas y por el contrario en la zona boreal, situada más allá del Círculo Polar Ártico en la misma latitud, pero del norte, queda iluminada 24 horas y no hay noche.

Para aquellos que han prestado y prestan servicios en Dotaciones Antárticas Anuales, es decir que permanecen un año en el Continente Antártico, el día 21 de junio es muy significativo, porque a partir de ese momento que se inicia el invierno, ellos comienzan a ser «Antárticos».

La Ley Nº 25.433 del 16 de Julio de 2001 (Boletín Oficial Nº 29.689), los autoriza a aquellos que se encuentren en esa situación y habilitados por la misma, a agregar al grado y/o título que revisten, la expresión «Expedicionario al Desierto Blanco».

El primer Antártico Argentino, que invernó por primera vez, en la historia, fue el entonces Alférez de Navío D. José María Sobral, quién permaneció en esas gélidas latitudes durante dos años consecutivos, desde el mes de febrero de 1902, hasta noviembre de 1903. Representando a la República Argentina, y estuvo a cargo del Observatorio Meteorológico en la Expedición Antártica Internacional, organizada por el geólogo sueco y experto polar, Doctor D. Otto Nordenskjöld.

También se recuerda al Teniente Coronel Honorario de Marina Dn. Luis Piedrabuena, quien en la década del 1870 fue el primer argentino que desembarcaba en el continente blanco al quedar su barco atrapado por los hielos, permaneciendo con su tripulación durante un mes con alimentos escasos (carne de foca y aves marinas).

Merecedor también de rescatar para el presente es el Gral. Hernán Pujato, fundador de las bases del Ejército «General San Martín» y «Belgrano», quien un 12 de febrero de l951 zarpara con su «Expedición Científica a la Antártida» y veinticinco días después alcanzara el territorio, recorriendo 1.287 km sobre hielo polar, culminando su travesía un 9 de Julio de 1952.

También cabe recordar gesta del entonces Vicecomodoro Gustavo Argentino Marambio, quien, con tan sólo 33 años de edad, decolaba de la base de Río Gallegos con destino a la base Antártica «General San Martín». Era el primer vuelo argentino a la Antártida, a bordo de un avión AVRO Lincoln LV-ZEI «Cruz del Sur», con el objeto de apoyar con abastecimiento logístico a dicha base y en la que se encontraba el Gral. Pujato. Para llegar a la Bahía Margarita tuvo que descender por un hueco de nubes y ya en la zona procurar la localización del destacamento. La ubicación se hacía harto difícil, ya que por los fenómenos radioeléctricos no era factible el uso de los radiofaros y ya casi en el límite del tiempo de vuelo pudo ubicar la base y proceder al lanzamiento de paracaídas con todos los elementos sanitarios, víveres, correspondencia, y más.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *