Se ha consumado una de las mayores entregas y claudicaciones de la Argentina en su historia
El gobierno se ha convertido en un gobierno de facto. ¿Qué diferencia hay entre un Congreso cerrado, y un Congreso que legisla y al cual el gobierno no le da pelota? Gobernaron dos años sin presupuesto, vetaron todas las leyes del Congreso. Es lo mismo tener un Congreso abierto o cerrado, en tanto y en cuanto el Ejecutivo lo ignora y desoye sistemáticamente.
Hemos ingresado formalmente a una situación de entrega colonial a los intereses más abyectos de los Estados Unidos. A estas horas, el tesoro yanqui ya prepara un swap de monedas por 20.000 millones de dólares con Argentina y la compra de bonos. La dependencia y la sumisión serán totales.
Básicamente, honran aquello de “todo marcha de acuerdo al plan”. Este era EL plan. Y quienes lo apuntalaron y sostuvieron política, mediática, empresarial y judicialmente hasta la fecha, no pudieron ignorarlo. La complicidad es general y absoluta.
Días atrás, el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, anticipó que su Departamento está dispuesto a “hacer lo necesario para apoyar a Argentina” ante la suba del dólar y la difícil situación financiera. El apoyo será : “grande y contundente”. “Estados Unidos no impondrá ninguna nueva condición o exigencia”. “Todas las opciones para la estabilización están sobre la mesa”, sostuvo.
En un tándem impecable, la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, celebró el apoyo de los Estados Unidos al gobierno de Milei: «Le damos la bienvenida a la declaración de apoyo de Scott Bessent a Argentina. Esto subraya el papel crucial de los socios en la promoción de políticas sólidas de estabilización y crecimiento en beneficio del pueblo argentino», sostuvo.
Toto Caputo dijo que está “conteniendo las lágrimas de emoción” por el apoyo de Trump. Nunca vimos esto. Nunca jamás. Ni siquiera cuando el canciller de Menem habló de la necesidad de “relaciones carnales” con Estados Unidos.
Guido Di Tella señaló eso pero, como correspondía a su cinismo pro-británico, al menos no habló de festejar el orgasmo eventual. Sólo apuntó que estaría bueno acostarse con ellos. Lo de Caputo, en cambio, ingresa en una escala superior del cipayismo grasuliento, mientras sigue la fuga de capitales que él capitanea, totalmente descontrolados, en un saqueo absoluto de lo que nos pertenece al conjunto del pueblo que habita este país.
Pero hay malas noticias al respecto: Todo ello, a una considerable porción de la dirigencia política dizque opositora (chiste, chiste), esa situación de honda ignominia nacional, le sienta a la perfección. El precio final de la obsesión antiperonista, en última instancia, implica el remate completo de nuestro estado nacional. Los hechos están a la vista, con una bestialidad no experimentada a tales niveles con anterioridad.
Nos estamos convirtiendo en la No República (me pregunto qué harán al respecto quienes se rasgan la vestidura de purísimo republicanismo), con un gobierno formal y abiertamente digitado desde Washington, aparentemente a cualquier precio.
En apenas un fin de semana febril, en medio de una crisis financiera y bajo la alocada obsesión de no ceder en su fundamentalismo ideológico, y con una elección de medio término por delante, ¿El gobierno se toma el atrevimiento de cambiar el destino completo de una nación, y no pusimos un millón de personas en las calles del país para frenarlo de una vez y para siempre en tales intentonas?
Pero atentos: Seremos colonia si la mayoría de los argentinos aceptan serlo. Es un escenario de final abierto, aunque ello nos deje boquiabiertos. No obstante, cualquiera que anhele un país desarrollado, en el que valga la pena vivir y proyectar futuro, jamás puede querer ser colonia.
¿Qué harán al respecto los gobernadores chantapufis de todo pelaje, los legisladores con calculadora en mano, los miembros del Círculo Rojo que construyeron esta monstruosidad que nos trajo hasta acá? ¿Se asustarán, cobardemente, del respaldo irracional de Trump a jamoncito, y se meterán debajo de sus camas esgrimiendo balbuceos «racionales» con caritas de yo no fui? ¿O aún les quedará una cuota de dignidad con sentido nacional?
Ser colonia implica aceptar tener nulas posibilidades de desarrollo nacional de aquí en más. Todo lo que Milei y quienes lo rodean y sostienen, están haciendo, es porque hay un pueblo que en su conjunto y de la mano de sus dirigentes, se lo estamos permitiendo. Hoy el que gobierna solo y como se le antoja, entrega al país en unas pocas horas. Y total normalidad, en especial desde la mugre mediática.
Además de la entrega a los grandes sectores del “campo” de una cantidad de dinero enorme, mientras repiten que no hay más plata para el Garrahan, los discapacitados, los jubilados, las universidades y la interminable legión de pobres y hambreados de nuestra patria.
Acaso en esencial respuesta a ese marco, se lamenta el politólogo Hernán Brienza: “Sólo un pueblo de corderos permiten que se esclavice de forma tan obscena a un país. La crisis no es económica: es moral y espiritual. Argentina era un país que ya no quiere ser. Somos un ex país y por voluntad propia. La última resistencia es un puñado de hombres y mujeres aislados, peleados entre sí, que grita frente al mar y nadie escucha. Argentina es una tierra baldía.” Quizás, y sólo quizás, por más que duela, es necesario pararnos sobre cimientos reales y no el micro clima militante, por lo general entre eufórico y exitista. Una porción muy grande, probablemente mayoritaria de la población, acepta, se siente cómoda o de mínima, le importa tres pitos que el país quede sumido en el papel de colonia. Carecen de espíritu de lucha y resistencia. Lo podemos cotejar a diario en cada uno de nuestros barrios. No es tan difícil. Lo difícil es asimilarlo para comenzar a reconstruirnos desde esos subsuelos donde las napas vienen subiendo y se entremezclan con los efluentes cloacales. Aceptar sin resignación que esa «batalla cultural», hoy por hoy, está temporalmente perdida por demolición.
Está ya harto aclarado que el destino de jamoncito no se juega ni entera ni mayoritariamente dentro de nuestro país. Un deplorable virreinato explícito con ínfulas totalitarias, depende exclusivamente de los “jerarcas de los mercados y sus principales gerencias administrativas”. Pero se lo puede hacer trastabillar, eso también está más que claro.
Paralelamente, al resto de las construcciones políticas no dependientes de “los mercados” les urge trabajar para dilucidar, fácticamente y muy por encima de las meras proclamas que a todos nos encanta escuchar, cómo –y si de veras es factible- reconstruir un país soberano e independiente, que NO deambule por su triste camino atado cual marioneta polvorienta a los intereses financieros de la timba occidental. Peronistas y radicales no vendidos a las mieles de las conducciones políticas “pro mercado”, socialistas en todas sus interminables variables y veleidades, nacionalistas sin zeta, republicanos con ciertos límites éticos y morales frente a la destrucción nacional en pleno desarrollo… va llegando la hora última y final, para sentarse, dejarse de joder con el eterno conteo de costillas recíprocas… y a las cosas. O el país se acaba, y vuestras responsabilidades serán infinitas.
El tiempo de las dilaciones y las roscas ha terminado. Para evitar un oscuro desenlace para esta maltratada Argentina, el tiempo de ponerse de pie en conjunto, es aquí, y ahora.