Desde su consolidación como quehacer racional y riguroso, lo que finalmente reconocemos como ciencia, ha venido perdiendo y ganando capacidades y atribuciones.
Si bien en el curso del siglo XX varios epistemólogos pusieron en duda muchos de sus atributos más populares, hoy es interesante analizar algunos de ellos.
La epistemología es ese capítulo de la filosofía en el que se consideran las cuestiones propias del desarrollo del conocimiento científico.
La ciencia resultó fortalecida hacia fines del siglo XVII, con la adopción de un método muy pautado, el llamado método hipotético- deductivo. Sus logros la fueron poniendo en trances de cuya complejidad nos van informando muchos hechos propios de la modernidad y la post-modernidad.
Hacia el siglo XIX, ser científico suponía no ser creyente, y rechazar de plano cualquier saber que no pasase por las pruebas del método científico. Desechar las prácticas que provenían de las tradiciones populares.
Eran los tiempos en los que se desarrollaba e imponía una concepción filosófica y, en buena medida, política: el positivismo.
Una de las propiedades que más la pusieron al tope fue su aporte a la solución de problemas prácticos, tecnológicos, diríamos.
Resolver el ascenso del agua en contra de la gravedad, por ejemplo, dio paso a la posibilidad de crear instrumentos y dispositivos muy útiles.
En el campo de la química (una ciencia que tenía orígenes muy antiguos y tal vez no racionales), advertir y comprobar la constancia de la masa (o sea, conservación de la cantidad de materia) durante las transformaciones de las sustancias, hizo posible el desarrollo de productos sintéticos, artificiales, con muchas ventajas sobre los naturales. Esencialmente en lo económico.
La biología fue acelerando sus “creaciones” con el provecho de la microscopía primero y las aplicaciones de una diversidad de sustancias propias de los organismos, algunas de las cuales ya se conocían pero de las que no había explicación sobre sus propiedades y usos.
Pero el problema mayor de la ciencia (o de las ciencias, si se prefiere) es que es un fenómeno incontrolable. Mientras más crece, más crecen también (y en forma mucho más asombrosa) sus incógnitas y sus dudas…
Si lo que hace a muchas mentes sentirse seguras es encontrar la respuesta, para los científicos (y las científicas, que venían siendo relegadas por cuestiones de género) no hay nada más interesante y generador de entusiasmo que el descubrimiento de nuevos enigmas. Y el cuestionamiento de lo sabido.
De lo que se había dado-por- hecho.
Y, finalmente, la poderosa capacidad de conocer cosas que no se conocían y no cometer los terribles errores de ciertas profecías.
Ya se había aceptado, con dolorosa pérdida de confiabilidad, que los planetas no fuesen siete, que las órbitas planetarias no fuesen exactamente circulares, pero se lograban aplicaciones increíbles (en ese mismo campo del saber), cuando se lograba encontrar lo oculto o invisible, mediante el uso de ecuaciones rigurosas.
Tal el caso del descubrimiento del planeta Neptuno (muy difícil de encontrar con los telescopios de esa época y las condiciones de su uso), a mediados del siglo XVIII.
Y una enseñanza que convendría tener presente siempre.
Encontrar a ese planeta fue tarea de dos astrónomos de nacionalidad distinta (Urbain LeVerrier, francés; y John Couch Adams, inglés). Ambos se habían ocupado de interpretar las desviaciones de la órbita del planeta Urano (el último de los conocidos por esos días) que, aplicando una ley bastante reciente del reconocido Isaac Newton, era evidente que un cuerpo de naturaleza planetaria se desplazaba en una órbita bastante próxima.
Los cálculos matemáticos los llevaron a predecir la ubicación de ese planeta, para determinada fecha y horario y sector del cielo.
El que más difundió su hallazgo y desafió a sus colegas astrónomos a encontrarlo fue Le Verrier, en setiembre de 1846.
Tuvo su premio. Se lo considera el descubridor de Neptuno.
Y esa propiedad de la ciencia fue considerada en forma creciente una “virtud” insuperable.
No se trataba ya de “adivinar” qué pasará (y correr el riesgo de errarle, con el resultado irreversible del descrédito), sino que se podía “predecir”, o “pronosticar” lo que sucedería.
Por lo cual, con suficientes razonamientos, y bases científicas, se podía organizar un proceso hacia determinado objetivo. Y tener éxito en la tarea.
Ya sabemos que, sin embargo, esta propiedad de la ciencia no es absoluta. Y que, al menos en algunas de ellas, la probabilidad de error es muy alta. Y si no veamos qué pasa en la Meteorología o en la Economía (chantas más, chantas menos…)
Pero la predictibilidad es una propiedad poderosa. Y significativamente valiosa.
Tal vez fuera un inútil debate entre el austríaco Karl Popper y el norteamericano Thomas Kuhn, en 1965, sobre la naturaleza del conocimiento científico y el progreso, viendo hoy la crisis que sufre la ciencia ante el imaginario popular.
Karl Popper Thomas Kuhn
Lo que los especialistas no creo hayan evaluado es en qué medida y hasta qué punto puede llegar a degradarse la ciencia y esa noble capacidad de la predictibilidad.
Ya que, como para toda virtud hay una vileza apropiada, a la ciencia la vienen obturando mediante una herramienta magnífica: la propaganda.
Si la ciencia busca (o apunta al menos hacia) la verdad, este sistema en el cual nos desenvolvemos (y vino incluso prohijándola durante varios siglos) utiliza muy eficazmente la propaganda para desautorizarla, negarla o ponerla en ridículo.
Así se van recuperando “teorías” o afirmaciones definidamente acientíficas. Más precisamente anti-científicas.
Y así vemos resurgir el terraplanismo, los planteos antivacunas, las prácticas mágicas…
Sin dejar de recordar que las verdaderas sabias y los verdaderos sabios no dejarán de prestar atención a las teorías alternativas, las objeciones y anomalías de la ciencia, sus errores y puntos débiles ante otros saberes…
Sólo que, con esa misma atención, se estará buscando los modos de hacer desandar a la irracionalidad y la locura, primas hermanas de la picardía desde la cual se ha buscado SIEMPRE engañar y oprimir al pueblo.
Muy bueno el aporte de estas notas!!!!!