Muestra un amplio arco de sectores que van desde aspirantes al oportunismo, los que juegan a la mancha con los aviones, hasta experimentadxs cuadros en gestión y lecturas, que vuelven a la militancia de base (dada la orfandad de síntesis y escucha entre sus cuadros de estado mayor). Un generoso arco de voces para elegir y aprender.

El peronismo está en discusión. Esto es sano y necesario, pero para algunos, es algo ajeno. Con todo el respeto merecido por quienes ponen el cuero en la calle y sueñan la dignidad para todxs hombro con hombro.

Es inexistente el balance de los errores cometidos, mencionados en títulos vacíos de contenidos,  en invisibles ámbitos orgánicos (si es que existe alguno, fuera del café de “dirigentes”… como si realmente dirigieran algo). Sin embargo, se exponen con generosidad a los cascotazos públicos entre personalidades. Pocas ideas o propuestas de cómo saldremos del pozo en que nos entierra el actual experimento de nuestra clase dominante nativa. Aún así, cualquiera de ellxs es mejor que los que defienden negocios para pocos desde el gobierno.

Es común escuchar: “quizás nos equivocamos en algo”… pero nunca: “hicimos mal esto, por esta razón y fue una mala evaluación, porque…”. Nada se puede sembrar sobre la marea de la negación y la soberbia.

Sin embargo, es moda criticar, descartar o invisibilizar aliados. Quienes no comulgan con la ya religiosa alianza de clases, concepciones de construcción, formatos institucionales y otros factores que también expresan identidades, son útiles, no obstante a la hora de acumular votos. Quizás la unidad interna se realice criticando al progresismo. Ojalá sirva, ya que es imprescindible la unidad orgánica del principal motor de la posible transformación. Pero de momento, no se ve eso.

Y aquí estamos quienes compartimos el objetivo igualador de las 3 banderas, y pretendemos sumar sin imponer, otros estandartes practicados a veces por sus liderazgos en ejercicio de poder político. Por ejemplo, la unidad de los países sometidos por el imperio, que nos espejamos semejantes en padecimientos y destinos, desde el respeto de las diferencias.

En nuestro barrio, a su vez, debemos revisar sin cancelar otras cuestiones. Por ejemplo la agenda del reconocimiento de los derechos de las minorías (¿el género es una minoría?). Sabemos que se requiere de generaciones con persistencia y convencimiento, aunque esto multiplique el efecto de injusticia y sufrimiento de los sujetos de derechos claramente identificados pero no reconocidos.

Mientras tanto, se seguirán sembrando vidas arruinadas e inaugurando tumbas frescas.

Diez milenios de patriarcado no se revisan en una generación.

Mientras no se quiere, o no se puede resolver la reproducción material de las condiciones dignas de existencia de las mayorías, puede ser molesto o dado a cuestionamiento buscar garantías para minorías en visibilización. Dicho en otros términos: ¿es prioritario defender el cupo trans con decenas de miles de contratados sin efectivizar en el Estado? ¿Hasta dónde se puede avanzar en el reconocimiento de los derechos Lgtbq+ en un mercado laboral destruido gustosamente por sus propios dueños, y sin la solidaridad de clase de los propios compañerxs?

No darle solución a la deuda externa, por mencionar otra máquina hecha a medida para beneficio de pocos y mal de muchos, es sin duda más urgente que devolver las tierras robadas a los mapuches por los blancos y vendido a ricos extranjeros. En ese tiempo, el destino de un indio será ir a parar con sus huesos a la villa urbana más cercana.

Para los que no levantan la cabeza del celular, putean al universo desde la burbuja rodada de metal o andando en moto con una mochila a la espalda, puede serles más vistoso un helipuerto en los bosques que una cabaña con cultivos autosuficientes u ovejas en el sur. Pero, por las dudas, sépanlo: Nunca serán invitadxs a subirse al helicóptero…

El medio ambiente es recordado cuando alcanzamos los 40 grados y nuestros benefactores de las empresas privadas de energía nos hacen saber de sus incapacidades producidas. Veremos este verano qué nos depara la desidia suicida de la especie humana.

Los derechos humanos no pueden reducirse a sanar las heridas abiertas de miles de desaparecidos y cientos de hijos de linaje secuestrado. Una parte de nuestro pueblo es indiferente o fue cómplice en diversos grados con la masacre planificada. Que no hayamos logrado juzgar a los cómplices empresarios, o que los asesinos devuelvan lo robado durante la faena, son indicadores graves de la enfermedad social y la moral extraviada de masas.

Por otra parte, existen canteras de conocimiento histórico construido con éxitos y fracasos parciales en nuestro camino como pueblo y el de otros hermanos. Muchos de ellos fueron reconocidos y utilizados en las experiencias de las décadas de los años 40, 70 o la primera larga década de este siglo.

Es menester reconocer que la China conducida por el PC o las supervivencias del pasado soviético en la Federación Rusa, los convirtieron en potencias mundiales y no en colonias en disputa manejada por sus dueños. Hay quien recuerda fácilmente la caída del Muro, pero no entiende el papel del Estado y el partido allá.

El Frente Amplio logró en Uruguay una orgánica combinada y diversa que puede volver al gobierno y ejercer otras políticas. Morena en México logró una continuidad no traumática con una mujer al frente, formada y eficaz en conducir al lado de la usina del imperio.

Cuba resiste sin alimentos ni energía suficiente, con decenas de huracanes por año sin víctimas y un bloqueo que cuesta vidas, con una férrea voluntad, educada por un PCC que logró estabilidad a costa de soltar lastre de aspirantes a Tony Montana.

Hasta el asediado Chavismo construyó millones de viviendas e identidad aprendiendo y enseñando, sobre un lago de petróleo, sí, pero con la fuerza de la resistencia a sanciones y falsos presidentes, reconocidos por el imperio.

Aprender de las experiencias que funcionan es sabiduría. Seguir rejuntando carpas para ganar y luego ver qué se hace, es necedad.

Cerrarse en los propios sin buscar comprender las lógicas de quienes padecen las mismas miserias y subordinaciones, pero no rezan a los mismos dioses… ¿alcanza para disputar el poder?

Nunca usé peronómetro, pero estudié largamente y con admiración esa maravillosa síntesis que produjo tres experiencias exitosas de mayorías y equilibrios sociales de justicia y dignidad.

Pero cada vez que uno lo saca para medir diferencias, nos dejan afuera.

A esta altura de las circunstancias, ¿Es útil eso? Realmente, ¿Sirve de algo?

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