Hernán Pujato, otro de los olvidados por las generaciones actuales, nació el 5 de junio de 1904 en Diamante, provincia de Entre Ríos, y atravesó con sus sueños casi un siglo de Historia Argentina. Así como Mosconi ha sido el Padre del petróleo y Savio de la Siderurgia, corresponde adjudicar al General Pujato el padrinazgo de la Antártida Argentina.
De chico, el niño manifestó una marcada inclinación a la lectura, la cual lo lanzó de cabeza hacia la Antártida argentina.
A los 18 años ingresa al Colegio Militar, con el anhelo de que sea el derrotero que lo lleve a cumplir su anhelo.
Pronto lo ascienden a Subteniente, grado con el cual logra subir el Aconcagua, toda una proeza.
En su conducta, se destacan la honradez y la austeridad, rasgos que lo acompañarán hasta su muerte. En 1931, al ganar la Lotería Nacional, le compra una casa a su madre.
En la década de los 40 diseña la ruta Mendoza-Neuquén y en 1943 el Coronel Perón lo designa en la Secretaría de Guerra, calificándolo prontamente como “jefe de condiciones excepcionales y de elevada moral”.
Al aproximarse el fin de la Segunda Guerra Mundial, y con la derrota de las Potencias del Eje, el gobierno militar decide romper la tradicional neutralidad argentina, y Pujato muestra su desacuerdo, renunciando al cargo.
Mientras, continúa en el Ejército manteniendo la confianza oficial tanto que, en 1944, ya como Coronel, recorre la Patagonia, pero pensando en la Antártida. Su proyecto era llegar al Polo Sur y colonizar sus adyacencias para afirmar la efectiva soberanía sobre el continente blanco. Son años en que las Potencias europeas empiezan a mostrar sumo interés en el territorio helado.
En tales circunstancias, el ya Presidente Perón decide emprender fundaciones concretas de 6 destacamentos navales y 3 bases del Ejército planificadas por el mismo Pujato. Su idea incluía la sudamericanización de la Antártida, buscando alianza con Chile.
Los primeros refugios son levantados en 1949 y al año siguiente, llega el turno de construir un Observatorio Meteorológico. Pujato brega por completar las acciones con otras obras del Ejército. En el año 1947 le había presentado a Perón un proyecto integral de instalación de bases alrededor del Polo Sur, arribando por vía terrestre y previa adquisición de un necesario Rompehielos.También quería colonizar Bahía Esperanza, estableciendo población permanente.
La iniciativa es apoyada entusiastamente desde la Presidencia y es llamado para ampliar detalladamente su intención, debido a que no debía tener margen de error.
En la primera reunión de gabinete, algunos de los Ministros susurraban a Juan Domingo sobre la escasez de dinero y que esta iniciativa no era urgente. Pero el mandatario secunda la iniciativa, encargando al patriota antártico buscar abaratar la obra sin afectar el éxito de la misma.
Pujato consigue finalmente una vieja barcaza usada en Normandía durante la reciente conflagración.

Con posterioridad, fue enviado a Alaska a traer perros especiales para los trineos, y luego es reportado al Copahue a que se aclimatara, algo esencial ante el próximo frío.
El 12 de febrero de 1951, la expedición parte luego de una fervorosa despedida del propio Perón, que simultáneamente crea el Instituto Antártico con Hernán Pujato al frente del mismo. Este hombre al partir, arenga: “Si es necesario morir, moriremos y nos abrazaremos en los lejanos campos antárticos cantando el Himno Nacional”.
El 21/3/1951 inaugura la Base General San Martin, la más austral del mundo, entonando el Himno y gritando a voz en cuello: ¡VIVA LA PATRIA!
Este gran jefe es ascendido a Brigadier General. En abril del 52 retorna al continente y en Buenos Aires lo recibe una multitud fervorosa como verdadero héroe nacional.
Dos años después obtiene del gobierno Medalla de Honor por su compromiso con el país, mientras proyecta otra expedición al continente blanco.
En medio de la austeridad financiera de su segunda Presidencia, Perón sigue respaldándolo y así se inicia la construcción de un nuevo rompehielos para lo cual Pujato se prepara. Tiene en mente una segunda gran Base que llamaría Belgrano. Llega al lugar e instala la Base.
Inesperadamente se entera del golpe del 55, el héroe es sustituido sin explicación y sin atender su pedido de justificación, así es como van vaciando su Instituto Antártico, a la vez que sus diversos trabajos son cajoneados y ocultados.
Son los tiempos del revanchismo y todo resulta infructuoso; hasta debe soportar la apertura de un sumario (que no descubre nada) contra su ética proverbial.
En 1957 pide el retiro del Ejército. Se exilia en Alemania. Hasta que muere a los 99 años el 7 de setiembre de 2003. Sus cenizas fueron llevadas a la Antártida y descansan en esa Base General San Martin, verdadera hechura suya.