Los sueldos y jubilaciones pierden cada día poder de compra, mientras los precios/los empresarios que los controlan, se amparan en la desesperación del gobierno para dibujar una inflación mentirosa.

El equipo presidencial sale a pasear sabiendo que sus espaldas están cubiertas por sus aliados en la Corte, golpeando la posibilidad de una Cristina capaz de resurgir de las cenizas, que largamente soñaron y cultivaron durante décadas.  A la vez, aceleran la unidad del peronismo y su capacidad de reorganizarse para dar la batalla electoral.

Las protestas se suman y comienzan a coordinarse. Los cortes de rutas del 10 de junio en varias rutas demostraron un músculo popular que comienza a ejercitarse de otro modo, recuperando una práctica que nos hizo famosos en el mundo durante los años noventa.

El movimiento obrero desacompasado, a medio pie entre los compromisos de una base que aún espera la dolarización y valora el dibujo inflacionario, pero que cada día sufre la caída de algún derecho social y los salarios. El otro en el aire, esperando la resolución de una conducción política que lo considere como actor y le otorgue el protagonismo hasta ahora menoscabado. Axel lo entiende y responde abriendo el debate. Otros confían sólo en su orga y criterio.

Junio será territorio de disputa. O ganamos en el programa de salida, con más organización y fuerza coordinada en todos los frentes, arrastrando la mirada de los que hoy adoran al dios celular y creen la oración de los profesionales de la mentira, o se fortalece el odio al pueblo y la nación sintetizado por el representante de sus empresarios fugadores.

Nosotros seguiremos acumulando comprensión profunda y estructurando la esperanza.

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