Similitudes históricas con un factor en común: la estupidez humana que rodea a numerosos gobernantes de todas las épocas
El 14 de julio de 1789, la historia de Francia y la de Europa cambiarían para siempre.
Ese día aumentó el precio del pan, y una multitud enfurecida marchó hacia La Bastilla, la prisión emblema del viejo régimen.
La toma de la Bastilla quebró en dos la historia y fue el inicio de la Revolución burguesa que terminaría con el viejo orden feudal.
El rey Luis XVI anotó en su diario personal «Nada». Para el idiota, ese día no había pasado nada. Su mujer, la austríaca María Antonieta, jugaba a las escondidas disfrazada de pastorcilla en los jardines de Versalles. Cuando le dijeron que el precio del pan era exorbitante, su respuesta fue «Si no pueden comer pan, que coman tortas».
La Revolución se los llevó puestos y sus cabezas rodaron bajo la implacable guillotina.
Del último zar de todas las Rusias se puede decir algo parecido. Alejado de la miserable realidad de su hambreado pueblo, no vio llegar la Revolución que terminaría con su régimen… y también con su vida.
Sobran ejemplos de la estupidez humana que rodea a gobernantes de todas las épocas.
Algunos organizan conciertos de rock. Tan ajenos a la realidad como los que la historia se encargó de barrer impiadosamente.