Tenés que buscar a tu familia.
A veces
ni siquiera se trata
de humanos.
Tu familia puede ser
un fuego
o
un programa de televisión
nocturno
que
te acompaña el insomnio
como una canción
de
cuna
allá por los 90.
Hay una familia que te busca,
un perro
un tren pasando a tal hora
una tumba anónima
del
cementerio de Azul.
Y así por fin
ser una cosa más
entre
las
cosas.