Nuevos operativos tendientes a desgastar y depurar personal de distintas instituciones estatales destinadas a la investigación y el desarrollo de la ciencia en múltiples variables. Tampoco se salvan los organismos públicos no científicos…
En el Conicet hay muchos empleados contratados, que en algunos casos vienen desempeñando labores técnicas desde hace 20 años o incluso más, siempre bajo el régimen de contrato (precarizado) y posterior re-contrato. Grave falla totalmente endilgable a épocas de la “Década Ganada” que no dieron adecuada protección formal al trabajo adquirido por decenas de miles de compatriotas. Dichos trabajadores, actualmente con vasta experiencia en sus funciones, permanecen con una altísima desprotección, y cada vez que deviene un gobierno que busca achicar sustantivamente al conjunto de las instituciones públicas, son los primeros en pagar las consecuencias. Así las cosas, gusten o no.
En la actual gestión se profundizó la precarización laboral, consecuentemente al latiguillo anunciado y repetido hasta el hartazgo por parte del actual primer mandatario. Dichos contratos se vienen renovando cada 3 (tres) meses… de hecho, personal del Conicet comentó en off a Semanario Huellas que muchas veces los contratos renovados llegan una semana después de vencidos los anteriores, generando altos niveles de angustia e incertidumbre entre los trabajadores, que no saben si continúan o no en sus funciones, y concurren a trabajar sin el amparo de un contrato laboral -con todo el riesgo que ello implica- amén de percibir salarios bajos. Un clásico de los clásicos. Precarización laboral y pauperización salarial.
Se trata de trabajadores cuyas tareas colaboran con la labor propiamente dicha de investigadores científicos… esto es: cuidadores de materiales o animales de laboratorio, personal de limpieza, secretarias… y un largo etcétera.
Siempre se puede estar un poco peor (al menos con la matriz ideológica, gobernante en nuestros días)
La semana pasada recibimos la información de que esos trabajadores deberán rendir un examen de idoneidad donde se les realizan preguntas generales y también específicas y complejas. A la precariedad laboral ya existente, con esta medida se les añade otro condicionante más, otro obstáculo en la lucha por preservar sus fuentes de trabajo. Un investigador nos decía al respecto: “¿Qué importa si una secretaria sabe cómo resolver una doble integral circular, o un electricista sabe de geología? Pero este examen está puesto como algo determinante para que estos trabajadores conserven sus empleos. Es otro filtro más”.
Asimismo, constituye un cambio en la condición de contratación, y emergen varios interrogantes: ¿Quiénes son los profesionales asignados para controlar las evaluaciones? ¿Qué capacitación se les dio a la gente y qué tiempo para prepararse? Todo indica que el examen sería el próximo 3 de diciembre o en fechas cercanas, con la posibilidad de ofrecer hasta 3 instancias de evaluación.
“Es una medida totalmente turbia y arbitraria”, nos comenta un docente universitario, investigador del Conicet y trabajador en el IMBICE (Instituto Multidisciplinario de Biología Molecular).
“Esto es otra prepoteada más, y viene de la mano de similares actitudes extra-oficiales, y no hay que ser ingenuos: Esto se da en el mismo marco de la patoteada en Mendoza contra estudiantes de geología e investigadores del Conicet. No podemos dejar pasar estas cosas, porque las prácticas autoritarias y fascistas avanzan cada vez más rápido” nos advierte Esteban, en un descanso de sus clases con las cuales forman a nuestros futuros profesionales científicos, como todos saben, de brillante reconocimiento a escala global.
Si bien estas informaciones las recibimos directamente desde el seno del Conicet, es una medida que afecta a todos los trabajadores de organismos del Estado. Idéntica situación, por sólo dar un ejemplo comprobado, está pasando al interior del SENASA, donde están en riesgo puestos de trabajo que se dedican a realizar controles bromatológicos de calidad de productos, que luego salen a la venta. “El examen es una pantomima para maquillar el verdadero objetivo, que es sacarse de encima a la mayor cantidad de empleados estatales que puedan” añade otro profesional, también desde un laboratorio del Conicet.
Una hipótesis por demás alarmante, indicaría la posibilidad que, ante una fuerte depuración de personal de un organismo específico como lo es el SENASA, no pudieran cumplir con los controles de calidad en productos alimenticios, y que éstos lleguen a los consumidores sin cumplir con determinadas normas… “Y es sólo la punta del iceberg… cuando ya estamos hablando del deterioro de áreas fundamentales para asegurar la salud de la población y la calidad de sus alimentos, el asunto se vuelve de una gravedad alarmante. Y esto va a afectar también a numerosos organismos estatales de áreas no científicas” subrayan.
Instituciones señeras y orgullo del desarrollo intelectual y científico nacional, con reconocimiento en todo el planeta, tales como el Conicet, el Inta, el Inti o el Senasa, sólo por mencionar algunos… todos, sin excepción, están siendo “tocados” profundamente por un operativo motosierra que promete ocasionar una sangría prácticamente irreparable.
La tergiversación y el deterioro radicalizado de ciertos valores pilares de toda sociedad -y la nuestra entre ellas-, llegan al paroxismo en nuestros días. Mientras «arden» los picaportes de diferentes despachos, transando y haciendo juegos de toma y daca de favores, para meter «por la ventana» a jueces en la Corte Suprema de Justicia por decreto y por ende, sin la debida evaluación de quienes están ejerciendo funciones como representantes del pueblo… por el contrario, a trabajadores técnicos que llevan 20 largos años haciendo su trabajo, colaborando y formando parte de los equipos que dan brillo al desarrollo científico nacional, se los conmina a realizar un examen de «idoneidad», so riesgo de perder sus fuentes laborales.
La sensación de indefensión política e incluso sindical es elevada entre el colectivo de trabajadores científicos y no científicos de todas estas numerosas áreas estatales, y una tercera remake de la remanida «fuga de cerebros» ha dejado de ser un mal cuento de ciencia ficción, para volver a pisar muy duro en nuestra realidad nacional presente y de gravísimas consecuencias futuras.
La reacción social debe ser aquí y ahora: El después, como la historia misma lo reitera hasta el hartazgo… el después siempre llega tarde.


