En su afán por derrotar (siempre momentáneamente, claro está aunque la fantasía del “para siempre” hurgueteé las psiquis “anti” de un modo patológico a ultranza) al peronismo en todas sus variables, la “legión Cóndor” argenta comienza a tejer alianzas a diestra y siniestra incluso con aquellos que son duramente denostados por los propios dirigentes libertarios…
Ya suenan los teléfonos entre lilitos, radicales con y potencialmente sin peluca, socialistas sojeros pro conservadores, demoliberales demócratas, hipócritas variopintos e irredentos que se definen independientes y de “centro”, peronistas “sensatos y dialoguistas”… y la lista será aún más amplia. No caben dudas de que así sucederá, como sucedió otrora ya casi incontables veces en nuestra historia, desde 1946 a la fecha, y con un fin demasiado chiquito en común, que es el citado al inicio de este párrafo.
No les importa un comino, digan lo que digan en “on” o en “off”, arrojar al abismo a la República Argentina con el grueso de su pueblo dentro. Uno, porque ellos se la rebuscan y se salvan junto a pequeños sectores que jamás caen de espaldas. Dos, porque muchos de ellos sienten inocultable repugnancia por la composición general del pueblo argentino y aún conservan en sus círculos íntimos aquellas fantasías depravadas del sarmientismo, de ser más anglos y menos latinos. Y tercero, porque les resulta mucho más importante ideológicamente, y útil en su plan de negocios, enfocarse en otra cruzada sin más proyecto ni plan que hacer “antipopulismo” y “antiprogresismo” general, que en salvar la vida nacional. Finalmente, porque la verdad de los hechos y fundamentos ya no le importa a la gran mayoría de la población, así que tienen vía libre para, en buen romance, seguir destruyéndonos a todos, a paso de ganso, apenas con grupos reducidos de oposiciones éticas que ponen cuerpo y alma ante el avasallamiento fascistoide desembozado, aunque sean pasados por arriba.
Asimismo, ello se sustenta en que la certeza de los datos pasó a mejor vida en el interés general. A ello se le añade que enfrente, no hay un relato que desmonte las falsedades. Lo que prima hoy día es cómo se construyen los datos, bien antes que su rigor matemático.
De las miserias más grandes a las miserias chiquitas
La política nacional, provincial y municipal en términos amplios, se encuentra sumida en una crisis de muy difícil e incierta salida. Mientras los sectores conservadores liberales se hacen zancadillas muy fuertes entre sí, y el pez ocasionalmente más grande se devora sin contemplaciones al más pequeño, incluso apelando a las fake news con absoluta impunidad, a escala provincial nos seguimos topando con aquello que fuimos deslizando en numerosas editoriales y columnas de análisis en este medio, que refiere a los cismas internos que no para de evidenciar el frente de Unión por la Patria (o como vaya a llamarse de cara a septiembre), y en el terruño local llegamos con ello al paroxismo la misma noche en que un feroz temporal dañaba severamente a decenas de distritos bonaerenses: Por caso, mientras las informaciones del lamentable temporal con miles de damnificados ganaban visibilidad en el gran público, se continuaba presentando una salida masiva por redes sociales de un sector del kirchnerismo moronense instalando la “vuelta” de un dirigente político de enorme gravitación durante el primer cuarto de siglo, bastante a contramano del drama general que se vivía, incluso, en áreas cercanas al distrito. Como contrapartida, a la misma hora y por las mismas redes, la otra pata del pan-kirchnerismo local, difundía videos donde el intendente municipal informaba respecto a medidas preventivas y de asistencia a los damnificados. Todo exactamente en simultáneo. Curiosidades de una interna que se esfuerza en manifestarse en todas sus miserias públicamente, y que incluso más adelante puede ser que esperen que la comunidad vuelva, como por arte de magia, a creer en una renovada y eventual foto de “unidad” con todos bajo el mismo paraguas provincial.
Una comedia de media tarde que ya no entretiene a nadie. Sólo generan mayor descrédito social hacia la dirigencia política como un todo sin hacer salvedades (muy necesarias). En buen romance, se contribuye a generar condiciones para que un grueso social totalmente desinformado, hostil hacia todo aquello que “huela” a política o a militancia, meta a todo en la misma bolsa, y cierre sus sentidos a escuchar otros razonamientos. Creen en lo que quieren creer. Y aquellos dislates, pequeños o grandes, son la carnada que precisan para ratificar, irracionalmente, sus preconceptos debidamente instalados y aprehendidos tras décadas de discurso multimediático hacia tal dirección.
Todo contribuye al derrumbe de la concurrencia electoral, totalmente previsible. Y para quienes la pasamos pésimo en esta situación financiera del país, todos estos dislates de quienes se arrogan la posición de defensores del pueblo trabajador… apenas –y no es poco- nos sientan como martillazos en la nuca.
La abulia y poco entusiasmo social es lo que revela con insistencia el desinterés de la ciudadanía en los procesos electorales vigentes. El resultado reciente en CABA reconfigurará el mapa político general. En los clubes de ganadores y perdedores, rápidamente ya se toma nota de eso.
Para el peronismo, estas performances de las últimas semanas son otro llamado de atención, por si hiciere falta, sobre lo que significa su falta de liderazgo y su escasísima vocación real de unidad. Mientras tanto, ayer el Pro se jugaba su probable extinción si no ocupaba un lugar, llamémosle, digno. Léase, segundo a esta altura. Y estuvo muy lejos de alcanzar ese peldaño. Fin.
El mileísmo, así las cosas, se erige como el único representante sólido de la derecha en esta etapa. Con muy poco, desde la “vidriera del país” el gobierno consolidó su imagen de fuerza predominante. Y un personaje relevante de la política argentina en los últimos 20 años, como Mauricio Macri, acaba de pasar a cuarteles de invierno.
La debacle institucional avanza
Hasta aquí, nada parece detener el andar “orondo” del oficialismo, si se toman la firmeza de sus decisiones y del rol meramente denunciativo que expresa la oposición.
El gobierno demuestra que no tiene problemas en archivar no una, sino varias de las banderas de libertad absoluta de mercado: Pisa paritarias, recurre a planes platita, plancha el tipo de cambio, maneja tarifas y salarios encorsetados para que no se dispare la inflación… y todo de cara a llegar a octubre con las variables macro y micro controladas. Imaginario bien menemista de comienzos y mediados de los 90 si los hay, mudando del “voto cuota” al “voto motosierra”.
Por si con todo esto no alcanzara, Eduardo Casal se metió días atrás de lleno en la campaña electoral y pidió que le sea duplicada la condena a Cristina Kirchner, por la causa Vialidad. Por cierto, esa causa es un bochorno sin más pies ni cabeza que no sean la persecución contra la ex Presidenta. Incluso lo admiten, en reserva, juristas que no son precisamente del espacio opositor. Las obras en cuestión ya habían sido investigadas por la justicia, no se hicieron pericias de ninguna de ellas, y menos que menos puede entrársele acusándola de asociación ilícita. Es un dale que va absoluto, y ahora la Corte no tiene más excusas para dejar de pronunciarse, aunque sin plazos específicos. Esos plazos se los impondrá el bloque dominante, y los jueces bailarán al son de esos acordes.
No es bueno el pronóstico para la ex Presidenta, vale afirmarlo. ¿Habría algo más fuerte que este escándalo persecutorio para que se unieran contra ello los moralistas republicanos? ¿O son parte de la comedia devenida en patético sainete? De nuevo: A la gente ya NO le importa la verdad. Decidirá el clima político. Y en ese clima, Javier Milei viene galopando a la cabeza.
Cruje el castillo desde sus cimientos
La República Argentina se desmorona. La sociedad argentina tiende a desintegrarse más rápidamente de lo que uno presupone. Una inmensa porción de la población descree de todo tipo de lazo solidario y, unos cuantos entre ellos, desdeña incluso todo rasgo de misericordia hacia el prójimo. El individualismo más ramplón y brutal, triunfa. Y así es esta realidad, aunque la queramos dibujar de otra manera. Las cosas como son. El corrupto vence. El transa se acomoda. El arribista, asciende. Y como diría el eterno Discépolo en su tango “Tormenta”: Ser honrado es dar ventaja.
En medio de ese constante desangrarse, la abstención electoral ganó por goleada en Capital Federal, y es un signo que avanza nítidamente en todo el país. Un componente que se cuenta de a millones de compatriotas que consideran inútil y una pérdida de tiempo concurrir a votar. Lo cual era el último ejercicio formal –que ya pendía de un hilo- en la paciencia de ese sector de la población con respecto a referenciarse, en los papeles, como ciudadanos pertenecientes a un sistema democrático. Todo ello montado sobre un castillo de naipes que se va derrumbando, carta a carta, y no hay viso alguno, objetivo y concreto, de que se pueda evitar el hundimiento hasta los cimientos mismos, y que por ende, la reconstrucción nacional, algún día y si es que cabe, deba hacerse desde los escombros de lo que alguna vez conocimos como la República Argentina.


