Miramos la desolación, las casas destruidas, los sueños individuales y colectivos que se fragmentaron, nos prometen acciones desde los gobiernos, nos organizamos desde las familias a la comunidad de vecinos  para iniciar la reconstrucción. ¿Pero, qué hacemos? ¿Lo mismo de siempre, emparchamos… lo atamos con alambre? ¿O hacemos reformas integrales desde una planificación participativa del uso y cuidado del ambiente?

Los seres humanos somos hacedores de culturas, entendida como el conjunto de sueños, costumbres, normas, cosmovisiones que compartimos los miembros de incluidos en ella. Desde nuestras culturas,  y estilos de vida, nos relacionamos con el ambiente donde estamos incluidos, construimos nuestras casas, cultivamos y consumimos nuestros alimentos.

Podemos definir  al ambiente como todo aquello que nos rodea, e influye en nuestra vida, sean elementos de origen natural (el agua  y el aire) y factores sociales, económicos y políticos. Los seres humanos, según la cosmovisión implícita de cada cultura, modificamos al ambiente. El cambio climático es un ejemplo, pero a su vez el ambiente modifica las culturas, por ejemplo los materiales con los cuales construimos nuestras viviendas o los modos de cultivo de las hortalizas.

Cada cultura, a partir de sus cosmovisiones, sus acciones, sus modos de organización,  fue recreando condiciones de adaptación al ambiente y a sus cambios, como una manera activa de generar resiliencia. Ahora bien, aunque no seamos capaces de reconocerlo, la naturaleza se nos adelantó, recreando sus propios mecanismos de adecuación frente a los fenómenos naturales extremos, por ejemplo una lluvia copiosa. Un buen  ejemplo de ello son los humedales. Los humedales son ecosistemas en sí mismos y están constituidos por cursos de agua (arroyos, lagunas pequeñas), que pueden contener agua de manera temporaria  o permanente, y  que pueden  almacenarla en momentos en que se produce un exceso de este líquido vital para la vida, evitando una inundación. Además, los humedales retienen materia orgánica, impidiendo la liberación de dióxido de carbono al ambiente, a la vez que sustentan y posibilitan la vida de bacterias, hongos, peces, insectos, plantas acuáticas y lacustres.

Ahora bien, ¿cómo podemos los seres humanos recrear condiciones de adaptación al clima de manera sustentable?

En principio, pensando en el futuro pero analizando el presente de manera crítica y participativa. Realizando diagnósticos claros, precisos y sistémicos para desde allí discutir, proponer y realizar actividades y a su vez monitoreando la efectividad de estas acciones. ¿Qué podemos hacer?

1- Observar a la naturaleza. Los reservorios y movimientos del agua naturales existentes en nuestro territorio. Registrar el tipo y características de los seres vivos que se interrelacionan en los diferentes nichos ecológicos, analizando sus adaptaciones al ambiente. Reconocer los tipos y las características de los suelos.

2-Ante el cambio climático, realizar un diagnóstico participativo, tomando a los territorios como base, que invite al involucramiento de los ciudadanos según sus conocimientos, visiones y sus capacidades de manera inclusiva e integral.

3-Realizar  acciones de sensibilización e información en las comunidades, analizando las percepciones sobre los cambios en el clima y sus efectos en nuestras vidas cotidianas.

4-Analizar el clima de manera integral y sus variables en particular; lluvias, temperaturas, vientos, así como sus modificaciones – por ejemplo en las lluvias analizar los promedios históricos pero a su vez,  la frecuencia e intensidad  de los fenómenos  extremos (máximos y mínimos) a fin de prepararnos a las contingencias con tecnologías apropiadas y acciones cotidianas.

5-Discutir y construir infraestructura adecuada a la crisis climática. Aquí resulta fundamental el concepto de tecnologías apropiadas al ambiente, a la cultura, a los bienes comunes naturales, a nuestros modos de organización. Resulta importante la conjunción del conocimiento comunitario o popular con el conocimiento científico en las fases de diagnóstico, reconociendo las diversas formas de conocer, de percibir, de sentir y de actuar por ejemplo en las relaciones establecidas con la naturaleza.

6- Analizar las necesidades, carencias, aspiraciones, sueños compartidos por los ciudadanos que cohabitamos un espacio físico – social en común. Las necesidades y deseos varían de territorio en territorio y de cultura en cultura, así como el modo de satisfacerlos.

7-Discutir los tiempos implícitos para la adaptación en relación a los problemas y necesidades. ¿Nos adaptamos para un año, dos  o a largo plazo? ¿Repartimos agua o además construimos cisternas o aljibes para captarla y  almacenarla?

8- Analizar los costos sociales  y económicos de la inacción, el no hacer nada. Construir infraestructura tiene sus costo pero la pasividad, dejar que todo transcurra, posee mayores costos sobremanera en la salud biológica –psíquica y social de las personas afectadas. La amenaza de una inundación invade nuestras actividades, sueños  y planificación de la vida en su integralidad.

9-Organizarnos en nuestra familia, en la cuadra, el barrio, en la ciudad para conocer las contingencias climáticas, los servicios que nos brinda el ambiente, las amenazas  para actuar en conjunto desde la contención  y la planificación conjunta.

Los problemas derivados de la crisis climática nos invitan a repensar juntos en comunidad nuestra relación con el ambiente implícitas en nuestros  modos  y estilos de vida. “Emparchar”, componer parcialmente puede hacernos creer que alcanza hasta la próxima inundación. Cortar cintas inaugurando el arreglo de una  calle pude ser bueno para las elecciones pero… la realizad nos demuestra que los cambios deben ser más profundos,  no sólo como repensamos el uso del suelo, como construirnos muestras casas, como planificamos las vías de comunicación sino cómo nos relacionamos entre nosotros y  con el ambiente al cual pertenecemos.

Los territorios donde vivimos, nos comunicamos, cultivamos son heterogéneos; ya  en los suelos,  en las rocas que los originaron, en los cursos de agua, en la existencia de humedales, tanto en las potencialidades, así como en los problemas y en las capacidades de co-construir desde la diversidad de culturas de manera activa y participativa.

Si queremos alimentarnos el próximo verano, podemos atesorar las semillas de maíz y  sembrarlas en la primavera, comeremos un año; ahora bien, si queremos vivir de manera sustentable y alimentarnos varios años, debemos además plantar árboles, que son un sistema en sí mismo. Los árboles proveerán de sombra, aportarán materia orgánica con sus hojas  y raíces, enriquecen los suelos, absorberán y transportarán agua, proveerán de alimentos, sitios de nidificación a las aves y a los insectos, y millones de bacterias, posibilitando nuestra adaptación  crítica al cambio climático.

Un comentario en «Acerca del cambio climático: Recreando en comunidad, y desde nuestras culturas, condiciones de adaptación crítica»
  1. Muy buen material con interpelaciones, reflexiones y orientaciones para un modo distinto de vivir la vida, de convivir.
    Muchas gracias

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