Parece, y de hecho ya es absurdo pensar desde qué lugar puede aún existir una convivencia entre un gobierno abiertamente represor y antidemocrático, y un sistema partidario casi en ruinas, lo cual viene y seguirá obligando a profundizar en otros caminos de solidaridad y agrupamiento social, por ahora sostenidos en una creciente indignación espontánea con movilizaciones cada vez más concurridas… a pesar del terrorismo estatal casi a cara descubierta, que enarbolan todos los actores y socios del oficialismo en su continuo desfile por medios amigos y grotescamente alcahuetes.
La monstruosidad de Patricia Bullrich afirmando el pasado miércoles por la noche aquello de “estamos ganando”, ya excede a cualquier adjetivación con la cual pretendiera intentar catalogarla.
Al mismo tiempo de aquella bravuconada extrema, profesionales de la salud procuraban reconstruir algo del cráneo destrozado del fotógrafo Pablo Grillo, y evitar desesperadamente que continuara perdiendo masa encefálica, producto del disparo directamente a su cabeza que le perpetró – cuándo no, con Bullrich ligada a áreas sensibles de la seguridad nacional – un efectivo de la Gendarmería.
Mañana habrá una nueva movilización en respaldo a nuestros amados viejos, y promete ser sideralmente mayor en número que la ya de por sí nutrida de la semana pasada. El gobierno promete violencia (es lo único que tiene y le interesa “ofrecer”, mientras habilita una escandalosa fuga de capitales al exterior) y llevar la represión por fuera de todo límite que se precie, aunque sea mínimamente, de cuidar la sacralidad de la vida humana.
Si ese engendro de lo que pudiera inducirnos a pensar en una imagen fidedigna del infierno, después de lo que suceda mañana, aún permanece en su cargo en Seguridad, no habrá ninguna lógica política o semántica para sostener el rótulo de “democracia” del que aún se reviste un régimen a todas luces totalitario en cuerpo y alma… si es que la tienen.
Ahí sigue Bullrich, balbuceando cada vez peores y más desopilantes argumentaciones con léxicos propios de una auténtica barrabrava y no de una ministro de la Nación, para encubrir las siniestras consecuencias de sus accionares y determinaciones, únicamente en pie de la mano de la protección a escala nunca antes vista de parte de numerosos “comunicadores” de los grandes multimedios, que la sostienen impune haga lo que haga, y diga lo que diga. Igual que a su jefecito de ensoñaciones monárquicas. Ya ni siquiera conservan un acting para fingir ser periodistas y no meros operadores políticos rentados. Militan desde el asco de seguir presentándose como periodistas independientes. No hay errores en lo que dicen. No hay excesos en sus planteos. Todo está pautado de modo concienzudo y deliberado. No hay inocentes dentro de ese caldo fétido que intenta atraparnos desde todos los artefactos electrónicos que utilicemos.
En medio de la catástrofe de Bahía Blanca, no tienen ningún problema en mudarse a la necesidad de reclamar que haya obra pública (provincial por supuesto, jamás nacional), porque si no, ¿Dónde anda el Estado mientras siguen adorando al Topo que vino a destruirlo desde adentro?
Las negociaciones con sus aliados del FMI son más duras de lo que pensaban. El Toto Caputo no ve la hora de abrir el cepo y devaluar a mansalva, tal las exigencias que pesan sobre sus hombros. Los mercados muestran ciertas dudas y el dólar comienza a subir más de la cuenta, al igual que el riesgo país.
La CGT anuncia un paro nacional para dentro de algunas semanas, acaso cruzando dedos para que ya todo esté lo suficientemente definido en el devenir nacional más inmediato, de modo tal que su medida no sea necesaria implementarla (o a la espera de ser “arreglados” con anterioridad). Aunque esa decisión, siendo muy optimista, al menos podría estar revelando la presencia de algún atisbo de resistencia desde abajo, que empuja a las conducciones, temerosas a poner en riesgo su status.
¿El gobierno, de la mano del grueso del poder judicial, se encamina hacia un Estado de Excepción, dispuestos a sostenerse, como diría el amiguito y asesor presidencial, Santiago (“copito”) Caputo, a sangre y fuego?
Ya lo hemos insinuado varias veces a través de distintas editoriales y análisis políticos en nuestro medio: Se necesita, acaso como reclamó hace rato Juan Grabois en su camino de soledades, de un frente democrático tan amplio como programático para enfrentar a algo que ya no es democracia, sino autoritarismo. Y hay que empezar a nombrarlo como corresponde. Y trazar la divisoria de aguas ahí mismo, por más que las derechas chillen y pataleen arropados en su cotillón de pseudo republicanismo. La divisoria es entre quienes quieran convivir y debatir en democracia con amplias pluralidades y derecho a la discrepancia, o quienes se quieren montar junto a híper minorías de acaudalados locales e internacionales, en un régimen explícitamente represor.
La pregunta sería, ¿Cuántos y quiénes tendrán la convicción, y los cojones para sumarse a una construcción por la democracia, totalmente amplio, haciendo tábula rasa de enconos pretéritos, y bancar fuerte esta parada en la que nos jugamos ni más ni menos que la existencia como país, y la vida de millones de seres humanos?… quienes escribimos y quienes leen estas líneas y este medio, todos incluidos dentro de ese escenario pre-dantesco, tan posible como aún evitable.
¿Existirán aún dirigentes dispuestos a construir sin pensar en empujarse a los codazos por cargos rentados, y trabajar pensando en el mediano y largo plazo? En un país de locos como el nuestro, pareciera que mentar algo así, guiados por la paciencia y la voluntad de una sana convivencia, queda poco menos lejos que el mismísimo infinito. Y si los delirios reinantes generan ansiedades equivalentes, el escenario es angustioso.
Pero por algún lado hay que empezar.
¿Puede ser que ni el horror de la cabeza estallada de Grillo motivara unas líneas de un comunicado condenatorio e integrador del grueso de las bancadas parlamentarias opositoras (las no cooptadas por las mieles del poder, al menos)? ¿Ni una conferencia de prensa de apuro, con dos o tres figuras que se dispersaron en “posteos” tardíos? ¿Nadie se cansa de un avance de proyecto de colonia prostibularia, y de que lo operativo apenas consista en el recitado de diagnósticos elementales… y de cartitas en lenguaje sobreactuadamente “piola” por las redes sociales?
Milei prometió en la siempre repugnante Expoagro, que va a acelerar aún más, ya que los buenos “son los de azul” y los demás (somos) “unos hijos de puta” (sic).
La novedad no es la existencia de millones de argentinos adeptos a tamañas cloacas de orientaciones fachas, que siempre estuvieron ahí delante de cada uno de nosotros, aunque antes tenían el decoro de no explicitarlo porque esos pensamientos, a escala social, eran vergonzantes. Como corresponde en un sistema democrático e integrador. La novedad actual es la prevalencia de las bases, mayormente inorgánicas, sobre las dirigencias que deberían estar plantándosele al oficialismo de un modo sistemático y absoluto.
En ese mar revuelvo seguimos naufragando, sujetándonos de lo que aún siga flotando. Hasta que la bronca popular y la acumulación de vejámenes y humillaciones encuentren más cauces para silbar fuerte primero, y estallar para todas partes poco después, como efecto inevitable de una olla a presión abandonada a su suerte, sometida al continuo accionar de un fuego que, muchísimo más pronto que tarde, se va a acabar.